domingo, 21 de enero de 2007

La reflexión didáctica


Aunque esta ausencia de reflexión didáctica se da en casi todos los niveles educativos, es especialmente notable en la Universidad, probablemente por el mayor reconocimiento de la especialización del profesorado en relación con el dominio de ciertas disciplinas académicas más que con la propia labor educativa. Quizás también tiene que ver con que, sin un fundamento científico real, se cree que el sujeto más adulto requiere menos guía, menos planificación de la intervención educativa, en la medida en que es más autónomo para aprovecharse de las oportunidades que se le presentan.

Si a lo anterior se añade la dificultad que implica tener en cuenta simultáneamente los dos elementos básicos de la situación educativa -lo qué se enseña y a quién se enseña- aumenta el número de razones por las que un profesor o profesora, especialmente en el ámbito universitario, se siente deudor casi exclusivo del saber teórico o práctico que imparte, ocupando el primer lugar de sus preocupaciones la transmisión correcta de éste, y en función del mismo, la metodología más adecuada.

La reflexión didáctica implica, además de este importantísimo aspecto, tener en cuenta la situación en la que se produce la enseñanza, y como parte fundamental de ella la forma de aprender del alumno, y el papel del profesor como elemento que aporta mucho más que la transmisión del conocimiento, en la medida en que asume las tareas de guía de un proceso de aprendizaje.

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